La
llegada de un bebé en el seno familiar supone una enorme
responsabilidad. Aparte de la necesidad del alimento, del cuidado o
del afecto, es importante tener también en cuenta la necesidad del
desarrollo cognitivo. El potencial de un bebé al nacer es inmenso y
de la cantidad de estímulos que reciba en los primeros años de su
vida dependerá en parte el crecimiento de sus circuitos neuronales.
Actualmente, especialistas en distintos ámbitos del mundo infantil
(médicos, neurólogos, pediatras, psiquiatras, pedagogos,
investigadores...) están de acuerdo en que los primeros años de la
vida de un niño son decisivos para el desarrollo de su capacidad
cerebral, porque es el período en el que se establecen las
conexiones neuronales. Más allá de las funciones básicas que
pueden llevar a cabo las neuronas preparadas genéticamente para
ello, éstas pueden ser estimuladas para que originen nuevas
conexiones. De esta manera se establecen los circuitos o redes
neuronales que ayudarán al niño en los procesos cerebrales futuros.
Con
el fin de estimular el cerebro del bebé,
el médico estadounidense Glenn Doman creó su programa de
estimulación temprana. La estimulación trata de dar la posibilidad
a nuestro cerebro para que desarrolle todo su potencial: ayuda a
aprovechar la capacidad de aprendizaje y adaptabilidad del cerebro
del bebé. Proporciona estímulos constantes, mediante juegos y
ejercicios que refuerzan sus funciones cerebrales y colabora en la
buena organización neurológica del niño. Estos juegos y
ejercicios, así como todo este proceso de estimulación, pueden
seguirse en la Escuela de padres del Col·legi Montserrat. Creada en
1994, la Escuela de padres ofrece a los papás y mamás llevar
a cabo un trabajo individualizado con sus bebés desarrollando la
excelencia física en el programa de desarrollo básico de Glenn
Doman. Se puede, a través de ella,
acceder a los programas de estimulación de una forma participativa y
constructiva.
En
la Escuela de padres, de acuerdo con el método de Glenn Doman, la
estimulación se basa en programas que abarcan tres grandes
excelencias: excelencia cognitiva o intelectual (que incluye los
programas enciclopédico, de lectura, de matemáticas, de lenguaje
musical o de conocimiento de idioma extranjero...); excelencia social
(que se trabaja básicamente en el núcleo familiar); y finalmente
excelencia física (que incluye el prorama de desarrollo básico, que
da la oportunidad de la movilidad: pasar por todas las fases del
desarrollo del hombre, desde el arrastre al andar, pasando por el
gateo o el deslizamiento por la escalera de braquiación).
![]() |
Un bebé pasando por la escalera de braquiación en la Escuela de Padres |
Veamos
algunos ejemplos de lo que se trabaja en la Escuela de padres durante
los primeros meses del bebé, antes del año. Por ejemplo el trabajo
del equilibrio ofrece diferentes ejercicios para potenciar esta
faceta. En las primeras etapas, los padres pueden llevar a cabo
actividades vestibulares pasivas: acelerar al bebé sobre un tapete,
almohada o manta de juegos. Mover al niño hacia adelante o atrás
sin levantarlo del suelo, hacia la derecha y hacia la izquierda,
rotación horizontal hacia derecha o izquierda... A partir del medio
año de vida, se pueden incorporar nuevos ejercicios para enriquecer
la estimulación temprana: moverse con el bebé en brazos por la
casa, balancearlo hacia ambos lados... En las actividades
vestibulares activas, se pueden trabajar ejercicios básicos como la
voltereta, la rotación horizontal y el paso por la barra de
equilibrio. Al princio con ayuda y luego de manera autónoma.
Otro
ejemplo es el trabajo de la capacidad manual relacionada con la
capacidad de escribir. El objetivo final de la capacidad manual es
poder lograr la braquiación, es decir, que el bebé se desplace por
la escalera de braquiación por sí solo. Gracias a este trabajo se
logra la convergencia oculomanual, la expansión del tórax y el
desarrollo de los músculos de espalda y hombros. Las actividades
adecuadas en una primera etapa manual consisten en trabajar el
reflejo prensil: el bebé agarra lo que lo ponemos en la mano. Se
trata der dar oportunidades al bebé para que agarre cosas. Ya en la
segunda etapa, otra actividad es fomentar que el bebé se agarre a
los dedos de un adulto hasta quedar suspendido, al menos durante unos
diez segundos. En una tercera etapa se puede incorporar una barra de
madera para que el bebé se agarre por sí solo a ella y quede
suspendido. Con este ejercicio se fomenta que el bebé pueda coger
cada vez piezas más pequeñas. Es en este estadio cuando se
incorpora el pase del bebé por la escalera de braquiación. En la
última etapa, se trata de que finalmente el bebé sepa pasar solo
por la escalera de braquiación: la capacidad bimanual. El bebé irá
mejorando la habilidad de cada mano de manera individual y coordinada
hasta llegar a la lateralización manual. Esto es posible realizarlo
de forma detallada en la Escuela de Padres.
Un
último ejemplo es el trabajo de la movilidad. Este proceso implica
en el bebé un trabajo de coordinación, respiración y equilibrio
muy importante. Se trata de que el bebé tenga una buena organización
neurológica y concretamente poder desarrollar las bases prelaterales
de toda movilidad. El primer paso es el arrastre: aquí consiste en
coordinar los dos hemisferios celebrales para el desplazamiento
contralateral en el bebé. El programa se divide en dos partes:
sesiones cortas específicas en las que se estimula el movimiento del
bebé con canciones o estímulos sonoros; sesiones largas en las que
se deja al bebé completamente solo para que aprenda a moverse. El
gateo es otro aspecto importante. Para ayudar al gateo se pueden
hacer carreras entre amigos, que fomentan esta actividad a través
del juego. El último paso es fomentar la bipedestación, primero con
ayuda de los padres y luego de forma autónoma. Cuantas más
oportunidades de andar, más aprendizaje.
La
Escuela de padres es, pues, una posibilidad perfecta para ayudar al
crecimiento del bebé. Aparte, ser miembro de la Escuela de Padres
incluye algunas ventajas: se puede participar en el cursillo de
Estimulación Temprana que hacemos en el mismo Colegio Montserrat;
tener asesoramiento constante y seguimiento por parte de las
psicólogas del Centro, que pueden resolver las dudas que se planteen
a lo largo de todo el programa; poder disponer de las instalaciones,
circuitos y material adecuado para el desarrollo de todos los
programas; poder participar en los distintos encuentros y talleres
que se organizan a lo largo del año; y ser miembros de la biblioteca
de la Escuela de Padres.
Para
más información
sobre cómo pertenecer a la Escuela de Padres, quien esté interesado
puede escribir al mail
escoladepares@cmontserrat.net.